Tenía tantas ganas de leer este libro que, cuando en el club Pickwick se propuso como una de las lecturas del mes, no pude negarme.
Y no me he sentido defraudada, al contrario. La lectura de Kokoro es un viaje al «corazón» del alma humana y sus sentimientos. Un viaje a la madurez, al descubrimiento de ese universo profundo de las emociones.
Cargado de sinceridad y poesía, de ese ambiente onírico, melancólico y de delicada tristeza tan japonés. Todo es armonía.
Un relato pleno de reflexiones. Cada página oculta un significado trascendente y la elegancia y suavidad de las palabras contrasta con la dureza de lo que nos está contando.
Leyendo Kokoro parece que no pasa nada y, sin embargo, está pasando todo. Hay un enigma tan indescifrable como las motivaciones, deseos e inquietudes del ser humano, sus ansiedades e incertidumbres.
El relato va fluyendo lento. Vas tirando despacito del hilo para descubrir su encanto. Serás el confidente de un secreto y créeme, va a merecer la pena ; )
Kokoro es la historia de una bonita y conmovedora amistad entre un joven y su sensei.
El joven busca llenar su vacío existencial, aclarar sus dudas y encontrar su camino. Conoce a su maestro y desde el primer momento siente por él una gran fascinación. Tienen que ser amigos le pese a quien le pese. Intuye que el sensei esconde un secreto, una enorme sabiduría, y se obsesiona, necesita absorber sus ideas y pensamientos, llegar a lo más profundo de ser.
Dos seres solitarios se encuentran y comparten su soledad.
Lo curioso es que, aunque el maestro no toma muy en serio los problemas existenciales de su amigo, incluso los trivializa, el joven nunca se siente decepcionado.
Y no se va a equivocar, sensei es mucho sensei, tan misterioso y frío, se le antoja muy muy lejano.
No hay nada que atraiga más que un misterio, y nuestro amigo busca e indaga, pero solo encuentra interrogantes y, mientras tanto, casi sin darnos cuenta, descubrimos la peculiar personalidad del maestro, su visión del mundo y su manera de entender la vida, el amor, la muerte, la traición, la lealtad, el arrepentimiento, la culpa…
No te engañes, el maestro no trata de enseñar al alumno, solo está tratando de expresar sus sentimientos y le resulta muy muy difícil.
Los silencios tienen su significado y a veces lo que no se dice tiene una importancia crucial.
La cerrazón del sensei esconde dolor y un gran abatimiento.Vive marcado por el pasado, por ese lado oscuro y egoísta que todos tenemos. Algo pasó que marcó la trayectoria de toda su vida. No siempre estamos preparados para asumir las consecuencias de nuestras decisiones y la mayor parte de las veces no somos conscientes del peso que pueden llegar a tener. Toda elección conlleva cierta dosis de ansiedad y también de renuncia y lo peor es que no hay vuelta atrás, en ocasiones no hay segundas oportunidades.
No es casualidad que el relato esté ambientado en la época final de la era Meiji. Los personajes viven las contradicciones de un Japón en plena apertura al mundo occidental. Las tradiciones ancestrales conviven con la modernidad. El individualismo va tomando posiciones frente a la filosofía budista que contempla a cada individuo como parte del universo.
Sensei se mueve entre la espiritualidad, esas costumbres milenarias y todas las inquietudes del hombre occidental. Los valores se tambalean y tiene una visión de la humanidad demoledora y cruda, desconfía de ella y de sí mismo.
La «modernidad» provocó inseguridades y desorientación, el cambio fue traumático. ¡Qué duro dejar atrás las viejas costumbres, una forma de sentir y de pensar!, pero ¿realmente se dejaron atrás?.
El fin de la era Meiji, marcado no solo por la muerte del Emperador, si no también por el suicidio del general Nogi y su mujer, causaron un gran impacto en la sociedad japonesa..¿y ahora qué iba a pasar?. El cambio era evidente, pero quizás solo aparentemente, porque el general Nogi cumplió con la tradición, se suicidó, desapareciendo junto a su amo. Curioso, ¿no?.
Introspectiva, bella, vibrante e intima historia con cierto tono crepuscular, que desnuda el alma humana de forma magistral. Rondará por tu cabecita durante mucho mucho tiempo.